miércoles, 9 de abril de 2008

El (ridículo) precio de la ley

Hoy me apetece compartir con vosotros un artículo que escribí hace unos días sobre la justicia española a raíz de toda la polemica que ha generado el caso Mari Luz. Espero que os guste, y tanto si estáis de acuerdo con lo que escribo como si no lo estáis ya sabeis que podeis dejar vuestros comentarios al respecto...

Que triste es que para ver que nuestro sistema judicial no funciona y que nuestras leyes parecen estar hechas más al servicio de los delincuentes que al de la comunidad, hayamos tenido que asistir conmovidos al trágico final del secuestro de la pequeña Mari Luz. En esta ocasión no sólo ha sido una persona o una familia la que se ha sorprendido y sentido decepcionada y desamparada por nuestra justicia sino toda la opinión pública.

Santiago del Valle, pederasta acusado de abusar sexualmente de varias niñas incluida su propia hija, estaba en libertad después de haber sido condenado a pasar dos años en prisión pero sobre todo después también de que la Audiencia tardara tres años en tramitar su caso, de que la Fiscalía tuviera una orden de busca contra él cuando cada 15 días iba a comparecer a una comisaría cercana y sobre todo cuando en 2006 fue culpable de abusar de otra niña en Asturias y nuevamente quedó libre sin pisar la cárcel, sin que la policía ni si quiera se preocupase de investigar su turbio historial. El final de la historia ya lo conocemos todos, ahora toca replantearse soluciones. Juan José Cortés, padre de la pequeña, bajo mi punto de vista ha aportado la más sensata. Y lo ha hecho al oído del mismísimo presidente del Gobierno en una conversación telefónica que tuvo lugar el pasado fin de semana. Tras preguntarle a Zapatero si tenía hijas, Juan José le dijo “Mire usted a sus hijas entonces y con el corazón en la mano haga lo que el corazón le diga. Que no le tiemble la mano para reformar el Código Penal y aprobar la Cadena Perpetua”.Y es que la ley en España no es que sea compasiva con los criminales, es extremadamente benévola con ellos y a todas luces, injusta. Pruebas hay miles o quizá millones en nuestros treinta años de democracia. Por citar alguno de los casos más indignantes: Iñaki de Juana, terrorista, más de una treintena de asesinatos a sus espaldas…veinte años después ya lo tenemos paseando por la calle con su novia. La estadística es demoledora: por cada asesinato, la pena no llega al año de prisión. ¿Cuánto vale una vida humana en España? ¿Seis? ¿Siete? ¿Ocho meses de cárcel?.

Y casi más escalofriante es que todo esto pase con el consentimiento del Gobierno, que a la vista está se dejó chantajear por los terroristas con infames resultados para la Justicia. Porque no se entiende que el poder judicial dependa de lo que se vote en el Congreso y en el Senado, ¿dónde está esa separación de poderes? Parece ser que es invisible. Los mismos que mandan en el poder legislativo, controlan el judicial. El balance de penas injustas con respecto a las víctimas es “penoso”, unas veces por la flexibilidad de los jueces y otras porque la ley no da para más. Y es que eso no es todo, ¿por qué los delincuentes de nuestra sociedad viven en la cárcel como reyes? Talleres, de acuerdo. Patio…mmm…no sé, no sé. Vale. También de acuerdo. Pero, ¿televisión? ¿playstation en las celdas?,¿momentos de intimidad con sus parejas? Quizá tengan hasta la oportunidad de elegir su desayuno cuando muchas personas de a pie nos conformamos con un par de magdalenas porque sino llegar a final de mes es imposible. Ahora es cuando llega la gran pregunta: ¿esto es lo que hacen con el dinero que pagamos en nuestros impuestos: darles un cómodo alojamiento a todos los criminales que de una forma u otra nos han complicado la vida sin razón alguna? Me estremece pensar que sí, que el precio de la ley es ridículo. Muy ridículo. Una bobada, si se me permite la expresión. Para empezar, un juez siempre debería decidir las penas en libertad sin que su cargo dependa de que partido o partidos políticos estén en el poder. Porque una persona que infrinja la ley debe de recibir un castigo a la altura del delito que haya cometido. Y en el caso de que haya matado o violado a alguien, sea de derechas, de izquierdas o del centro, es un asesino. O un violador. Y es aquí donde los españoles deberíamos exigir una muy urgente reforma de las leyes españolas. Un asesino no puede estar ni 10 ni 20 años en la cárcel, debe de estar al menos 40. Y si es un terrorista (además de asesino, cómplice de otros muchos asesinatos) debe de ser condenado a Cadena Perpetua. De la misma manera que estas personas han privado a otras de ver amanecer, lo más justo es que ellos nunca más vuelvan a ver salir el sol. Con los pederastas, y especialmente con los reincidentes, debe pasar igual. España es un país bastante liberal en asuntos sexuales. Sex-shops, pornografía, burdeles…aquellas personas faltas de cariño tienen centenares de lugares legalizados donde consolarse. Cruzar esa barrera y acusar y/o abusar de un niño es intolerable. El castigo debe ser algo más duro que unos insignificantes tres o cuatro años de prisión. Y si estos violadores (podríamos decir que casi da lo mismo si son pederastas o no) son reincidentes, también deben de ser condenados a Cadena Perpetua. Entre barrotes se les acabarán las ganas de “chingar” como dicen los sudamericanos y probablemente comprendan lo erróneo de su conducta. Ojalá el asesinato de Mari Luz sirva para algo más que remover conciencias y España sea a partir de ahora un estado más justo. Los españoles nos merecemos vivir y además hacerlo en libertad. En poco tiempo sabremos si la señora justicia se ha instalado en nuestro país, que más vale tarde que nunca, o si los criminales siguen jugando con ventaja.

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