viernes, 29 de septiembre de 2017

Sobre el 'procés'

He leído este artículo sobre la fractura social que está generando el llamado "procés" en Cataluña y es inevitable pensar que éste es un mal endémico de todo acto insolidario, porque los nacionalismos no son otra cosa que un movimiento político insolidario en el que una parte de la sociedad se aísla de otra con la intención de obtener un beneficio que se le negará a la otra parte.
Como se muestra en el artículo los nacionalismos no unen, separan. Y no crean empleos, sino que los destruyen y con ellos las vidas de personas que han tenido que abandonarlos por sus creencias políticas. En los fascismos también se pueden humillar a los ciudadanos por sus creencias políticas pero los cabecillas del procés están dibujando el escenario del revés: los fascistas son los ciudadanos del "opresor estado español" que básicamente quieren que se cumpla la ley, porque un estado en el que se incumple la misma es un estado anárquico en el que impera la ley del más fuerte y no hay espacio para el crecimiento económico y social de las minorías.

De todo lo que está sucediendo en Cataluña lo que más me está sorprendiendo no es la llegada del barco de Piolín ni los vaivenes políticos de determinados partidos políticos, sino la (exitosa) manipulación a la que los líderes de este movimiento independentista han sometido a sus simpatizantes. Y es que no se entiende que en la comunidad con más corrupción de España con casos tan graves como el del 3%, el de la familia Pujol, el Caso Palau o la Trama Pretoria se siga de la forma en la que se hace a algunos de los responsables de los cierres de plantas en hospitales catalanes o de que las empresas prefieran irse de Cataluña antes que instalarse allí (405 han salido en el primer semestre del año, convirtiendo a la comunidad en la nº1 en fuga de empresas).

Entre los cabecillas de este proceso hay dos políticos que, seguramente, por sí solos no habrían conseguido ganar tantos adeptos a esta causa. Me refiero, lógicamente, a Carles Puigdemont y a Gabriel Rufián. El primero, un alumno aventajado de Mas, es solo una cara amable que se ha hecho fuerte electoralmente en las zonas con mayor tradición independentista de Cataluña. Puigdemont, que en 2014 votó en contra del referendum de autodeterminación del Kurdistán, ahora dice que sí está a favor de todos los referendums de autodeterminación de los pueblos y, además, también reconoció en el programa Salvados que, aunque para renovar TV3 es necesario el apoyo de 92 diputados, para crear un referendum independentista a él le había bastado con 72 porque "era el único camino".

La ilegalidad de este referendum, decidida por jueces y no por el gobierno de turno, lo haría inviable en una sociedad democrática pero Puigdemont y sus amigos se aferran a un lema propagandístico que les funciona muy bien: el 'Votarem'. Internacionalmente ya han sido varios los países u organismos que han manifestado que en España ninguna comunidad puede saltarse la ley a su antojo, aunque Gabriel Rufián le da la vuelta a la tortilla y ha afirmado recientemente que entidades supranacionales como "Assange o Varoufakis" están a favor del derecho a decidir el 1 de octubre. Rufián, convertido en bufón de la corte, es capaz de echar la culpa al "opresor estado español" de la incautación de papeletas ilegales, que no fue ni mucho menos ordenada por Mariano Rajoy sino por el juzgado de instrucción número 13 de Barcelona. En el lado opuesto de la moneda están los dos tiburones políticos que han logrado tapar las carencias de Puigdemont y de Rufián. Me refiero, lógicamente, a Artur Mas y a Oriol Junqueras. Con una oratoria admirable y un discurso lleno de mentiras y medias verdades, se han dibujado como víctimas de un conflicto que ellos mismos han creado. Cataluña y España funcionan mejor unidas -en mi opinión- pero ellos han convertido el "España nos roba" en un dogma y saben perfectamente cuando tienen que estar serios y cuando tienen que reír en las entrevistas para cautivar el corazón de los espectadores.

El grado de manipulación al que han sometido a sus ciudadanos con sus explicaciones repletas de mentiras y medias verdades ha generado situaciones dantescas, como el hecho de que "manifestantes en favor de la democracia" actúen contra los intereses de la Policía o de la Guardia Civil y que haya gente, busquen los vídeos porque los encontrarán, que crea que una Cataluña 'Lliure' puede ser decisión de tres o cuatro. Es más, si hay gente que cree que en una Cataluña independiente no habría atentados como el perpetrado en Agosto por el Estado Islámico (que la hay) es síntoma de que el lavado de cerebro que plantean Mas y Junqueras está funcionando a las mil maravillas.

Dicho esto, mi opinión sobre lo que debería suceder en los próximos días por el bien de todos es la siguiente:

-¿Qué se debería hacer? 
En mi opinión hablar y no ir en contra de la ley. Suavizar la tensión que existe en estos momentos. Que los políticos que gobiernan Cataluña y España demuestren que no son tan mediocres de agravar un conflicto que no debería existir.
-¿Y si la única solución que plantean los políticos catalanes son las urnas? Me parecería perfecto. Deberían convocar unas elecciones legales y si las ganan por mayoría absoluta, yo -si dependiera de mí- organizaría un referendum legal para que los catalanes voten SI o NO acerca de su independencia. Si también ganase el SI, preguntaría (mediante otro referendum legal) a la otra parte afectada por esta cuestión, que es el resto de España, si quiere cambiar la constitución y que Cataluña deje de formar parte del estado español. Si en las urnas gana el SI y el SI no veo el problema en que Cataluña sea independiente. Pero si gana el NO los que han montado este chiringuito deberían comprometerse a aceptar lo que dice la ley, lo que dice la ciudadanía y ponerse a trabajar por los catalanes como creo que no lo han hecho hasta ahora.