sábado, 31 de diciembre de 2016

25 razones por las que ha merecido la pena vivir en 2016

Acaba un 2016 en el que las pérdidas de famosos han sido numerosas y desafortunadamente los conflictos bélicos también.
Leonard Cohen, Prince, Alan Rickman, George Michael, Carrie Fisher... La lista de pérdidas ha dado miedo.
En política internacional atentados como los perpetrados en Alemania, Irak, Siria, Afganistán, Nigeria, Somalia han ensombrecido un año en el que las FARC y el Gobierno de Colombia han sellado la paz (algo es algo).
En política nacional las elecciones del 26J acabaron exactamente igual que las del 20D: con el PP ganando, el PSOE de Pedro Sánchez consiguiendo los peores resultados de su historia, PODEMOS sin poder dar el sorpasso y Cs como cuarta fuerza política. Finalmente, el PSOE se abstuvo por el bien general para que el PP (con apoyo de Cs) pueda gobernar el país en minoría durante los próximos 4 años. Este movimiento cada uno lo interpretó como supo, como pudo o como quiso.
En política internacional Trump derrotó a Hillary y a las encuestas y se convirtió en el nuevo presidente de los Estados Desunidos de América. Si es tan odioso como parecía en campaña solo el tiempo lo dirá. También hubo que lamentar el fallecimientos de Fidel Castro y la continuación de Guerras como las de Siria o Yemen, que acaban matando a miles de ciudadanos cada año que pasa y engordando el problema de los refugiados, esas personas que solo quieren vivir en paz pero a los que el mundo (y especialmente la UE) les da la espalda.
Deportivamente el Real Madrid ganó la undécima, el Barça de Luis Enrique repitió como campeón de liga y Copa, Portugal sorprendió al llevarse la Eurocopa y en los JJOO pudimos disfrutar -por última vez- del espectáculo que supone ver competir al tiburón Michael Phellps o al rayo Ussain Bolt. Posiblemente no volvamos a ver a ningún nadador ni a ningún atleta mejor que ellos a lo largo de nuestra vida.
En lo personal los viajes a Cáceres, a las Baleares, a BCN, a Cadaqués y mi última escapada a Málaga me aportaron mucho.
Esperemos que el 2017 sea mejor en todos los aspectos. Que haya más acuerdos y menos guerras. Más refugios y menos refugiados. Más amor y menos odio. Toca luchar por ello

BONUS TRACK: Como de costumbre acabo mi resumen del año con 25 razones por las que ha merecido la pena vivir en él:

Doce películas

1. La llegada

2. Astral



3. Mandarinas


4. La Habitación


5. Truman


6. Los principios del cuidado



7. La correspondencia



8. Ahora me ves 2


9. Julieta



10. Kiki: El amor se hace



11. La visita



12. Mascotas



Doce canciones

13. Duele el corazón

14. Cómo te atreves

15. Sorry

16. Capitán

17. Las ganas

18. La bicicleta

19. Faded

20. Mira como vuelo

21. This one is for you

22. Antes que no

23. Hasta el amanecer

24. Incendios


Un libro

25. El lugar más feliz del mundo (David Jiménez, 2013)

viernes, 11 de noviembre de 2016

Historia e histeria en EEUU



Ganó Donald Trump las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos cuando las encuestas señalaban a Hillary como la gran favorita para acomodarse en la Casablanca. Hasta Europa nos ha llegado la imagen de un Donald Trump que es un empresario rico, machista, mentiroso, grosero y racista. Ha sido mucho más agresivo que su rival demócrata y la jugada le ha salido bien. Pero si Trump es tan odioso, ¿hay 58 millones de hombres blancos idiotas en USA que lo han hecho presidente con su voto? No sé si hay tantos idiotas, pero sí que estoy convencido -y a los datos me remito- de que Trump no solo es el nuevo presidente de los Estados Unidos de América por el voto del hombre blanco de clase media sino que también ha logrado apoyos de otros sectores y ha generado una corriente anti-Clinton que quizá no le haya hecho ganar votos pero sí que ha frenado a su rival.

Así pues, voy a explicar en este artículo mi punto de vista sobre cómo ha llegado este señor a donde ha llegado y qué es lo que cabe esperar a partir de ahora. En primer lugar, USA es un país tan fragmentado que en cada estado se libra una batalla de proporciones épicas. Es difícil que en uno de los cinco países más grandes del mundo el pensamiento sea homogéneo. No obstante, una de las razones más poderosas por las que ha ganado Trump es la siguiente: no ha encontrado en Hillary Clinton una rival a su altura. Hillary está muy bien formada, se preparó mejor los debates y no ha soltado tantas bravuconerías en campaña pero muchos norteamericanos no confían en ella por:
1) Ser la esposa de quién es (Bill Clinton)
2) Porque en USA se tiene la sensación (intuyo que cierta) de que ella es amiga de las élites, está rodeada de gente poderosa, que ha creado el sistema actual y quiere que perdure. Para muchos norteamericanos votarla a ella sería como votar a un estereotipo, a una marioneta.
3) No ha generado la suficiente ilusión
4) El problema de las escuchas y su mala relación con el FBI
5) La sombra de Bernie Sanders ha sido MUY alargada. Muchos de los simpatizantes del hombre que quería ser el candidato democrata para la Casablanca prefirieron la abstención antes que "votar con la nariz tapada". Ha habido un movimiento pro-Sanders muy importante en EEUU y se tiene la sensación de que Hillary ganó las primarias injustamente, porque (su campaña) tenía más dinero, más tráfico de influencias o ambas cosas. Hombres, mujeres, viejos, jóvenes...Sanders despertó mucha ilusión en muchos estadounidenses que Hillary Clinton no supo rescatar a tiempo. Muchos de ellos le negaron su apoyo el martes y se quedaron en casa o bien asistieron a los colegios e iglesias electorales para apoyar las candidaturas del Partido Libertario o del Partido Verde, que con menos merchandising que los Democratas y Repúblicanos consiguieron reunir un buen número de votos: 4 millones en el caso del libertario Gary Johnson (3% del total) y casi 1.200.000 en el caso de la ecologista Jill Stein (un 1% del total).

Trump hizo la campaña que quería. Debilitó a su oponente y le prometió al pueblo lo que el pueblo deseaba oír: que va a volver a hacer grande a América otra vez. Es populista sí, pero en Estados Unidos la ciudadanía es muy especial. Ese señor hecho a sí mismo, ese señor que promete coser a impuestos a las empresas extranjeras para que muchas de ellas se vayan y se creen nuevos empleos de estadounidenses y para estadounidenses, esas ganas de olvidarse de controlar el mundo y cerrarse en sí mismo. Trump no quiere saber nada de la Guerra de Siria pero quiere aumentar los gastos militares (o eso dijo en campaña) para que el pueblo se sienta más seguro. Y es que no es un tema tabú éste de la seguridad, pues en EEUU gran parte de la población tiene un arma en casa "por lo que pueda pasar". Para terminar con el comentario sobre por qué Trump ha ganado más allá de seducir al hombre blanco, obrero y de los lugares más rurales del país es curioso pensar en este dato: el magnate inmobiliario consiguió el 8% del voto negro, el 28% del voto hispano y el apoyo del 42% de las mujeres. ¿No se supone que estamos hablando de un político racista, machista y despreciable?

Una vez llegados a este punto cabe preguntarse si ha llegado el apocalipsis. Y creo que hay motivos para la esperanza. Trump es un hombre de negocios, ha hecho una fortuna porque ha tratado con mucha gente y ha logrado el apoyo de importantes aliados. Ningún hombre crea riqueza de la nada. Ninguno. Además, este señor -y su comportamiento- es muy conocido en Estados Unidos. La fama de Trump no nació ayer, aunque en Europa (o en España) nos pueda parecer que sí. Ha hecho cameos en series como El Principe de Bel Air, en películas como Solo en casa 2, escribió un famoso reality show y un libro llamado 'Piensa a lo grande y patea culos en los negocios en la vida'.

En cuanto ha conseguido su objetivo (ganar las elecciones) Trump ha pasado de ser un provocador a ser un señor conciliador. Dice que quiere contar con Obama, que admira cosas de Hillary Clinton y que él no va contra nadie, sino a favor de (los Estados Unidos). Se supone que va a construir un muro y que lo va a pagar México pero, ¿estará el gobierno mexicano por la labor? Mucha gente se escandaliza por estas declaraciones (conste que a mí también me parecen lamentables) pero ya existen muros entre EEUU y México (ver el XL El Semanal del domingo 16 de octubre) y los países europeos, autoproclamados guardianes de la sensatez y de la verdad absoluta, han construido muros y han pagado vallas para que las personas que huyen de la guerra y de la miseria en sus países de origen no tengan la oportunidad de prosperar en Europa. A Trump no parece que le gusten mucho los niños ni los medios de comunicación pero tendrá que saber tratarlos para permanecer en la Casablanca después del 2020. Y en el peor de los casos, suponiendo que su mandato sea una catástrofe de proporciones bíblicas, piensen en positivo. Siempre podremos confiar en que Lisa Simpson saque a los norteamericanos del lío en el que se han metido.

sábado, 8 de octubre de 2016

4 8 15 16 23 42

Los números. ¿Qué carajo significaban esos números? Pues creo que se me ha olvidado. Y es que este año ha sido el 12º aniversario del estreno en España de la serie que cambió el mundo de las series: Lost. Y 12 años son muchos años.

Pongámonos en situación. En España creo que sinceramente se ha hecho mucha ficción de calidad y en los años 90 estábamos enganchados a Farmacia de Guardia o a Verano Azul (repuesta 2.437 veces) o a Periodistas o a Policías o a Al salir de clase o a Compañeros o quizá a todas ellas. Guardo un vago recuerdo de Sensación de vivir porque T5 la emitía a un horario demasiado tempranero mientras Malcolm y The Simpsons eran una compañía frecuente para aquellos que veíamos Desesperado Club Social pero poco más.

Ahora bien, en 2004 llegó Lost y el mundo de las series cambió por completo. La ficción nacional pasó a tener un papel secundario en nuestras vidas y la frase "¿Has visto...?" se convirtió en Trending Topic en la vida de los jóvenes españoles.

Pero, ¿por qué digo que fue Lost la que cambió la historia? Pues sencillo: porque fue la que abrió la puerta a los demás. Las aventuras y desventuras en una isla aparentemente desierta de los 72 supervivientes del vuelo Oceanic 815 nos mantuvieron durante meses aferrados al sillón, con la boca abierta y con la cabeza pensando. Las tres primeras temporadas de la serie son una maravilla y nos invitan a pensar cuan cerca se quedó JJ Abrams de alcanzar la perfección.

Fuente: Lostpedia

Lo que les sucedió a Jack, Kate, Sawyer, Locke y compañía lógicamente no podía pasar desapercibido para una generación que necesitaba nuevos estímulos más allá de los que puedan ofrecer el alcohol y el botellón, dos de los pequeños grandes males de nuestro tiempo (depende de con qué los compares). La cuestión es que Lost fue la primera y luego comenzaron a llover más series como por arte de magia: HIMYM, Heroes, Big Bang Theory, Dos hombres y medio, Breaking Bad...

En esto de las series yo siempre he ido con retraso porque soy más de cine pero me da la sensación de que a día de hoy (8 de octubre de 2016) la calidad de las series norteamericanas está muy sobrevalorada. Por ejemplo: Como conocí a vuestra madre es considerada por muchos la mejor comedia americana desde Friends...¿Se imaginan HIMYM sin Barney Steanson? La serie no es una serie como tal, es una sucesión de gags de un personaje carismático y ocurrente que deja a sus compañeros de reparto a la altura del betún. Empecé la serie hace unos cinco años y aún sigo atrapado en la séptima temporada, y es que si Ted hubiera encontrado a su amor en la cuarta o en la quinta tampoco habría pasado absolutamente nada.

Big Bang Theory, otra que es aclamada por miles de fans, particularmente viene a ser lo mismo que Saber y ganar: un buen entretenimiento si terminas de comer más tarde de lo que tenías previsto. Igual que 2 hombres y medio. ¿Se pueden ver? Sí, con gran facilidad. ¿Son series realmente brillantes? Siguiente pregunta por favor.

Como digo, habitualmente voy atrasado en esto de las series y con la llegada de Netflix a España este verano quise ver un par de ellas recientes para ponerme más o menos al día: Scream y The Getdown. La primera de ellas es lo mismo que ver las pelis pero divididas en capítulos de 45 minutos y enmarcadas en el contexto actual, lo cual le quita brillantez a la trama porque para conocer a chavales que ven vídeos de Youtube y comparten contenidos por FB no me hace falta ver ninguna serie. En el caso de The GetDown priman los fuegos artificiales pero chicha, lo que se dice chicha, hay bien poca. El trailer de 2 minutos es igual de bueno (o más) que los seis capítulos que han llegado a nuestro país.

Habrá quien me critique por no haber hablado de las 3 'giocondas' de nuestro tiempo, las 3 grandes series que (casi) todo seriéfilo ama con locura y es capaz de defender hasta la muerte.
'The Sopranos': ¿Qué un mafioso puede tener sentimientos? Que novedad. ¿Y una familia a la que defender? Me descubro ante la brillantez de la idea. Nótese la ironía al hablar de una serie correcta, con unos diálogos correctos y un James Gandolfini bastante inspirado metiéndose en la piel de Tony Soprano. No pasé de la primera temporada porque de series normales está la TV llena y perdónenme la osadía pero cuando veo una serie quiero sentir ese cosquilleo que sentía cuando aparecían los títulos de crédito de Lost y no podía aguantar la tentación de ver el siguiente capítulo. No digo que Los Soprano sea mala, pero tampoco es tan buena.
Juego de Tronos: La serie más sobrevalorada de la historia. No le perdoné que me robara 20 horas de mi vida (las dos primeras temporadas son tremendamente aburridas) y dejé de verla antes de que todos los personajes empezaran a palmarla para recogijo de la audiencia. Muchos de los que la aplauden son los que luego critican que el cine español tiene muchas tetas y culos. ¿Acaso lo que hacían Daenerys Targarian y Khal Drogo eran mantener conversaciones trascendentes sobre el sentido de la vida? Pues no, eso es más probable que lo hiciera Tyron Lanister con alguna de las prostitutas con las que disfrutaba. Game of Thrones es "la serie" y yo añadiría "la serie a la que si le doy un 4 estoy siendo demasiado generoso".
Breaking Bad: La mejor de las tres. No cambia la historia de las series por muchos Emmy que haya ganado pero cambió (merecidamente) la vida de Bryan Cranston y Aaron Paul, que tampoco está mal. Diálogos ocurrentes, situaciones inesperadas, planos verdaderamente currados...y muchos problemas sentimentales. La serie para mí merecería un 7 (esta sí la estoy viendo entera) pero si quieren le regalo el 8 porque Saul me cae de lujo. Pero con un 8 no puedes ser la mejor serie de la historia. Breaking Bad mola pero la ficción norteamericana se ha atascado mientras que Walter White se dedica a fabricar meta con su colega Jessie.

Dicho esto, dejo un resumen de mi opinión por si os apetece extraer conclusiones: Las series norteamericanas están sobrevaloradas. Mucho héroe (como en el cine), mucho remake (como en el cine) y comedias bastante insustanciales. Ni las 'series reinas' han logrado atraparme como lo hicieron  en su día Sayid, Desmond o Hugo. Si el nivel de esta mierda sigue siendo así de bajo creo que seguiré siéndole fiel a la ficción patria de por vida.

PD. Este mes me acabo Breaking Bad y empezaré Gotham y quizá Narcos o House of cards. ¿Conseguirá alguna de estas tres que me coma mis palabras?



domingo, 21 de agosto de 2016

Volved pronto

La nostalgia debe ser esa mezcla de felicidad y la tristeza con la que estoy escribiendo ahora este artículo. Felicidad porque voy a hablar de la única guerra noble que existe: el deporte. Uno de los pocos medios en el que los jóvenes -y lo que no lo son tanto- siempre pueden crecer, aprender valores y conocer la importancia de no darse nunca por vencidos. Los sueños se cumplen, solo hay que pelearlos. Tristeza porque #Rio2016 se acaba. Sí, el mayor espectáculo deportivo finaliza. Solo un mundial de fútbol es mínimamente equiparable a la grandiosidad de unos Juegos Olímpicos.

Y la tristeza no es solo porque las olimpiadas se acaben y tengamos que esperar otros cuatro (¿¿¿cuatro???) años para ilusionarnos a lo grande con otros deportes que no sean el de meter más veces la pelota en la portería rival. La tristeza también llega cuando te pones a pensar que los más grandes no volverán.

Michael Phelps se despide a lo grande. 'El tiburón de Baltimore' ha pulverizado todos los récords existentes hasta la fecha dentro de una piscina y se retira con 28 preseas en la mochila, 23 de ellas de oro. El atleta más grande de la historia. El animal más fiero que, siendo nadador profesional, puedes encontrarte dentro del agua.

También anuncia su adiós el GRAN Ussain Bolt. Mi favorito. La excusa perfecta para que miles de españoles trasnochemos mientras nuestras familias comprenden y en cierto modo comparten nuestra ilusión por quedarnos despiertos en el sofá hasta las cuatro de la mañana. El jamaicano es mucho más que el hombre más rápido del mundo. Es la alegría personificada. Como es el rey lógicamente tiene sus admiradores y sus detractores. No todo el mundo puede (o quiere) ser monárquico. Por eso, y teniendo en cuenta que es imposible discutir que este hombre no corre sino que vuela, hay quienes lo tachan de creído, de poco humilde. Pero digo yo: Si él sabe que es el mejor del mundo, si sus rivales saben que es el mejor del mundo y si tú -querido lector- sabes perfectamente que es el mejor del mundo ¿qué necesidad hay de que nos mienta? Es una gilipollez el que todo en este mundo tenga que ser políticamente correcto. Bolt ríe antes, durante y después de las carreras. Y sus fans reímos con él. Porque es una forma de vivir la vida. Con una sonrisa en los labios. ¿Ha trabajado mucho para ganar sus tres oros en Río de Janeiro? Por supuesto. Pero es un atleta y el atletismo merece tener héroes. Bolt es 'el rayo', el number one de Jamaica y el único piloto capaz de volar sin alas. Es una leyenda.



Y por último, y no por ello menos importante, tenemos que decirle adiós al GIGANTE que ha encabezado la mejor generación de baloncesto que ha existido nunca en nuestro país. Pau Gasol, un extraterrestre dentro y fuera de la cancha, ha liderado a una selección española de Baloncesto de la que es asombrosamente fácil sentirse orgulloso. Los Navarro, Reyes, Rudy, Calderón y compañía son un grupo de amigos que no me importaría que defendieran la camiseta de España hasta que la muerte nos separe. No parece que sea así y esta generación parece que se retira dejando en el aire una pregunta: ¿Alguna vez volveremos a disfrutar tanto con el basket como lo hemos hecho con ellos?

No puedo olvidarme en este listado de los 'mejores hits' de los juegos de Río de que, además de los chicos y su bronce, el equipo femenino de Basket nos ha hecho gozar como nunca y ha alcanzado el mayor premio jamás logrado por el baloncesto femenino en unos juegos: una merecidamente medalla de plata. Como los americanos y las americanas son de otro planeta nosotros nos tenemos que conformar con ser los mejores de éste, con canastas espectaculares y un espíritu de superación contagioso. Seguramente los españoles no tengamos una palabra que nos ayude a resumir el agradecimiento por habernos dado tanto. 

Al margen de todos estos grandes, nuestra sirena favorita consiguió otro par de medallas (Grande Mireia Belmonte) y Marc López, Rafa Nadal, Saúl Craviotto, Maialen Churrout, Carolina Marín, Ruth Beitia, Lydia Valentín, Marcus Walz, Orlando Ortega, Joel González, Eva Calvo, Cristian Toro, Carlos Coloma o el equipo de Gimnasia Rítmica también tuvieron su momento de gloria. 17 medallas conseguidas, las mismas que en Londres 2012 y cinco menos que en Barcelona 92.

Enhorabuena españoles. Y enhorabuena al equipo de Refugiados por su coraje. Y a la chica norcoreana que abrazó a otra rival (y al mismo tiempo colega) surcoreana, demostrando que las barreras están para derribarlas. Y a tantos y tantos deportistas ejemplares por compartir con nosotros su esfuerzo y sus ganas de superarse a sí mismos.  Nos vemos en Tokio 2020 pero, si podéis, volved más pronto.

jueves, 31 de marzo de 2016

El mundo en guerra


Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...y así hasta llegar a 321. Ésta era la cifra que hace unos días aportaba la Organización Internacional de la Migración (OIM) sobre el número de personas fallecidas en el Mar Egeo en lo que va de año. Algo está podrido en este mundo cuando a aquellos que huyen de las guerras, el hambre y la muerte se les niega la posibilidad de sobrevivir en países más prósperos. El 18 de marzo de 2016 Europa se traicionó a sí misma. Cogió todos sus principios, los metió en una bolsa de color negro y los tiró a la basura. Y tan solo cuatro días después (el 22 de marzo) Bruselas, el corazón de Europa y la ciudad en la que se había gestado el trágico acuerdo de deportación de los refugiados, fue víctima de un brutal atentado perpetrado por aquellos que obligan a la población siria a huir de sus casas y a los ciudadanos de muchos otros países de Oriente Medio y África a vivir con miedo de perder a su familia en un atentado. Y Europa volvió a sufrir presa del dolor y del horror instalado por unos seres humanos cuyas atrocidades no parecen tener fin.

La crueldad del DAESH solo hace más despreciable la insolidaridad de la UE pero nunca, jamás, habrá una explicación moral o ética que explique el terrorismo. Y tiene menos sentido aún si cuando se mata es en nombre de algún Dios. Nadie en su sano juicio puede aprobar que unos señores pongan bombas en un aeropuerto y/o en un metro y acaben con la vida de 35 personas. Y menos si esos seres humanos secuestran periodistas, violan mujeres y niños o simplemente se alinean con otros asesinos para sembrar el caos en cualquier lugar del planeta.

Fueron 35 las víctimas mortales en Bélgica y las heridas tardarán mucho en cicatrizar. Pero, lamentablemente, hubo que contar 34 fallecidos en Ankara (Turquía) apenas una semana antes. Y fueron más de 65 personas, entre ellas muchos niños, las que murieron en un parque de Lahore (Pakistán) pocos días después. El ISIS buscaba matar cristianos y lo consiguió, aunque lógicamente esta noticia tuvo menos repercusión en los medios occidentales. Pero no deja de estar íntimamente relacionada con lo que sí que vemos a diario, con los refugiados pasando frío y hambre en Idomeni (Grecia) con el beneplácito de nuestros políticos, esos que nos llenan los buzones de promesas de un mundo mejor en plena campaña electoral con el único fin de encontrarse urnas llenas de votos que contengan su nombre. Lo que Europa hace ahora mismo con Turquía, pagar para que los pobres "no se vean" en ese club de países ricos llamado Unión Europea, es exactamente lo mismo que España hace con Marruecos para que los pobres de África no se atrevan a cruzar el Mar Mediterráneo. Solo hay que cambiar el campo de refugiados de Idomeni por el Monte Gurugú.

Y esto viene a cuento de que, en un mundo globalizado como el de hoy, resulta cuanto menos falso decir que el sufrimiento de los demás no nos incumbe. Resulta cuanto menos grotesco que haya ayuntamientos con carteles de "Refugees Welcome" pero que no acogen a refugiados. Y resulta canallesco, vergonzoso y ruin que se intente hacer creer a la población europea que convertir Turquía en algo parecido a un campo de concentración es lo mejor para acabar con las mafias que trafican con personas. Las mafias ganarán más dinero y perderán más vidas en el camino mientras más fuerte sea el dolor. Hace pocos días en Idomeni un refugiado desesperado gritaba ante las cámaras de Canal Sur que "preferiría volver a casa y morir en Siria que seguir viviendo allí". El mundo está en guerra y Europa no está a la altura. Asia y África están asoladas y desoladas mientras que América y Oceanía van de aquí para allá con buenas palabras pero pocos hechos que ayuden a alcanzar la paz. Por la parte que nos toca a los que vivimos en España, nos queda cuanto menos el derecho a reclamar justicia. Porque Turquía no es un país seguro para aquellos que sufren en sus carnes el terror que destrozó Bélgica en plena semana santa. Y si no están del todo convencidos de que Europa miente sepan que la policía turca mató este jueves a 16 refugiados sirios entre los que se encontraban tres niños*. Como dice Ana Pastor: "Estos son los hechos, suyas son las conclusiones".

*La noticia entera sobre este suceso puede leerse pinchando aquí.