jueves, 31 de marzo de 2016

El mundo en guerra


Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...y así hasta llegar a 321. Ésta era la cifra que hace unos días aportaba la Organización Internacional de la Migración (OIM) sobre el número de personas fallecidas en el Mar Egeo en lo que va de año. Algo está podrido en este mundo cuando a aquellos que huyen de las guerras, el hambre y la muerte se les niega la posibilidad de sobrevivir en países más prósperos. El 18 de marzo de 2016 Europa se traicionó a sí misma. Cogió todos sus principios, los metió en una bolsa de color negro y los tiró a la basura. Y tan solo cuatro días después (el 22 de marzo) Bruselas, el corazón de Europa y la ciudad en la que se había gestado el trágico acuerdo de deportación de los refugiados, fue víctima de un brutal atentado perpetrado por aquellos que obligan a la población siria a huir de sus casas y a los ciudadanos de muchos otros países de Oriente Medio y África a vivir con miedo de perder a su familia en un atentado. Y Europa volvió a sufrir presa del dolor y del horror instalado por unos seres humanos cuyas atrocidades no parecen tener fin.

La crueldad del DAESH solo hace más despreciable la insolidaridad de la UE pero nunca, jamás, habrá una explicación moral o ética que explique el terrorismo. Y tiene menos sentido aún si cuando se mata es en nombre de algún Dios. Nadie en su sano juicio puede aprobar que unos señores pongan bombas en un aeropuerto y/o en un metro y acaben con la vida de 35 personas. Y menos si esos seres humanos secuestran periodistas, violan mujeres y niños o simplemente se alinean con otros asesinos para sembrar el caos en cualquier lugar del planeta.

Fueron 35 las víctimas mortales en Bélgica y las heridas tardarán mucho en cicatrizar. Pero, lamentablemente, hubo que contar 34 fallecidos en Ankara (Turquía) apenas una semana antes. Y fueron más de 65 personas, entre ellas muchos niños, las que murieron en un parque de Lahore (Pakistán) pocos días después. El ISIS buscaba matar cristianos y lo consiguió, aunque lógicamente esta noticia tuvo menos repercusión en los medios occidentales. Pero no deja de estar íntimamente relacionada con lo que sí que vemos a diario, con los refugiados pasando frío y hambre en Idomeni (Grecia) con el beneplácito de nuestros políticos, esos que nos llenan los buzones de promesas de un mundo mejor en plena campaña electoral con el único fin de encontrarse urnas llenas de votos que contengan su nombre. Lo que Europa hace ahora mismo con Turquía, pagar para que los pobres "no se vean" en ese club de países ricos llamado Unión Europea, es exactamente lo mismo que España hace con Marruecos para que los pobres de África no se atrevan a cruzar el Mar Mediterráneo. Solo hay que cambiar el campo de refugiados de Idomeni por el Monte Gurugú.

Y esto viene a cuento de que, en un mundo globalizado como el de hoy, resulta cuanto menos falso decir que el sufrimiento de los demás no nos incumbe. Resulta cuanto menos grotesco que haya ayuntamientos con carteles de "Refugees Welcome" pero que no acogen a refugiados. Y resulta canallesco, vergonzoso y ruin que se intente hacer creer a la población europea que convertir Turquía en algo parecido a un campo de concentración es lo mejor para acabar con las mafias que trafican con personas. Las mafias ganarán más dinero y perderán más vidas en el camino mientras más fuerte sea el dolor. Hace pocos días en Idomeni un refugiado desesperado gritaba ante las cámaras de Canal Sur que "preferiría volver a casa y morir en Siria que seguir viviendo allí". El mundo está en guerra y Europa no está a la altura. Asia y África están asoladas y desoladas mientras que América y Oceanía van de aquí para allá con buenas palabras pero pocos hechos que ayuden a alcanzar la paz. Por la parte que nos toca a los que vivimos en España, nos queda cuanto menos el derecho a reclamar justicia. Porque Turquía no es un país seguro para aquellos que sufren en sus carnes el terror que destrozó Bélgica en plena semana santa. Y si no están del todo convencidos de que Europa miente sepan que la policía turca mató este jueves a 16 refugiados sirios entre los que se encontraban tres niños*. Como dice Ana Pastor: "Estos son los hechos, suyas son las conclusiones".

*La noticia entera sobre este suceso puede leerse pinchando aquí.